El parto pélvico de Alía

Hace unos días acompañamos por primera vez un parto pélvico.

Cuando nos conocimos ella buscaba ayuda para que su bebé cambiara de posición, nosotras apoyamos con todas las herramientas que conocemos sobre la anatomía y fisiología del embarazo, así como también la parte emocional que puede causar que un bebé no esté en una posición "óptima". Descubrimos que ella estaba realmente comprometida a trabajar y hacer todo lo que estuviera en sus manos para que su bebé pudiera nacer de la forma más natural posible, hacía ejercicios y posturas, nadaba y usó todas las herramientas a su alcance.

Aún así, su bebé seguía de pompas, le explicamos que el parto pélvico ha dejado de atenderse casi por completo, pero que esa presentación es una variación de la normalidad, y que, sí las condiciones de mamá y bebé son las adecuadas, un parto vaginal de pompas es posible y una buena opción para las mujeres que deciden hacerlo así en lugar de una cesárea programada.

Con el tiempo, ella fue aceptando la posición de su bebé y eligiendo la forma en la que su corazón, su cuerpo y su mente, le decían que era la correcta para el nacimiento de su hija y para ella.

Se informó, cuestionó y buscó hasta que su cuerpo y su bebé le comunicaron que era el momento, nos dijo que estaba tranquila y segura, que ella sabía que podía hacerlo, justo en el momento en que las olas empezaban a llamar, suaves pero seguras y constantes.

Había llegado el momento, aquellas olas suaves se volvieron mucho más presentes y poderosas, la hacían ya doblarse. Poco a poco, en la calma del hogar, con su compañero, su pequeño, su hermana y sobrino bebé , que le acompañaban amorosamente, fue encontrando el camino hacia adentro, se conectó con su ser mamífero, el sonido y el movimiento se fusionaron con su cuerpo y se convirtieron en herramientas indispensables para vivir las sensaciones. De pronto sintió una necesidad urgente de levantarse y mientras caminaba las membranas amnióticas cedieron, dejando salir el preciado líquido que nos avisaba que era momento de ir al hospital.

Pusimos todo listo para salir, temiendo no lograr llegar a nuestro destino antes de que bebé empezara a salir. La lluvia acompañó nuestro camino mientras  ella respiraba, soplaba conectando con su sensaciones y consciente de que su bebé estaba muy cerca. Afortunadamente lo logramos justo a tiempo, y poco después de nuestra llegada, ella apoyada en la cama y de pie, supo que era el momento,  las pompas de bebé empezaron a asomarse, dejándonos admirar y presenciar cada uno de sus movimientos perfectos al girar solita, y en un mismo movimiento, sacar sus dos piernas para después hacer una increíble abdominal que le permitiría dar paso a sus brazos, y nos mostraba su bienestar y fuerza, avanzaba a su ritmo, conectando con la fuerza de su madre, cruzando el último pasaje  para llegar a los brazos de mamá y papá que estaban ansiosos por recibirle. 

Querida familia, les agradecemos profundamente por su confianza, G, admiramos y honramos tu decisión, tu fuerza, qué gran vivencia y aprendizaje nos dejas a nosotras, a tu hija e hijo y a todes quienes conozcan tu historia. Tu papi te acompañó y dió fuerza a cada paso.

Gracias gracias, a ustedes y a todo el equipo que lo hizo posible.

Siguiente
Siguiente

El parto después de cesárea en casa de Mariana